¿Cómo hacer de nuestro Karma un ejercicio de libre voluntad?

Rutinas diarias desde el Ayurveda y la Astrología Védica

Ayurveda, palabra sánscrita traducida como “Ciencia de la Vida”, es el estudio y práctica milenaria de la salud y la enfermedad de la India. Esta ciencia tiene sus bases en el Atharva Veda, el cuarto veda, libro de conocimiento. Desde la OMS es nombrada, junto con la Medicina Tradicional China, como una de las medicinas tradicionales más antiguas y con prácticas ininterrumpidas en todo este tiempo.

El Ayurveda viene estudiando desde tiempos remotos la relación del hombre con el medio en el que se encuentra. En esta relación entre el macrocosmos y el microcosmos no hay nada que suceda en un lado de la existencia que no tenga efecto sobre el otro. Desde esta visión el cosmos es una perpetua creación dentro de la danza de las dos fuerzas, Shiva y Shakti. Estas dos fuerzas encierran el símbolo de todo lo que constantemente sucede en la creación. Por ejemplo, podemos pensar en Shiva como un hombre y en Shakti como una mujer, y que, del encuentro entre ambos, de esa unión, surge un nuevo ser que al momento de su nacimiento y en la primera respiración, momento donde dicen algunos que ingresa el alma, se imprime toda la existencia en su campo y a su vez su nacimiento imprime en toda la existencia una novedad un cambio, una diferencia. Podemos también tomar este símbolo de Shiva y Shakti y pensar a Shiva como idea, y a Shakti como fuerza que moviliza hacia la materialización de esa idea, nuevamente una creación.

Shiva es un dios fuerte y potente. Pero es interesante que esa potencia no es en el mismo sentido que los dioses occidentales, en donde la potencia es medida por su capacidad reproductiva. Shiva es un dios potente porque con su danza tiene la fuerza de ser el gran destructor de tamas, la oscuridad, la inercia, la depresión. ¿Cuál es esta oscuridad para esta filosofía? El Avidya, palabra sánscrita que significa ignorancia. La oscuridad de la mente, la inercia y la depresión es causada por la ignorancia. Para algunos la ignorancia es una de las mayores pasiones de la humanidad, me gustaría que pensemos en pasiones desde la raíz griega “pathos”, de donde viene patología. Pathos para los griegos era pasión y era la mayor enfermedad de psique, el alma. ¿Por qué era la mayor enfermedad? Porque cuando quedo apasionado pierdo, al entender griego, el mayor bien que es la libertad, dejo de ser libre para elegir.

Nuestra mente es ese órgano impreciso y aún misterioso que se manifiesta a partir del ego. Ego que se identifica solamente con la realidad material, esto es: siento hambre, “me muero si no como”, estudio abogacía “soy abogado”, entonces me comporto como se dice que se comporta un abogado, me ponen tal nombre “entonces tengo que obedecer a las reglas que vienen con tal carga”. Y así desde el momento de nuestro nacimiento recibimos una cantidad de información con la que lidiar. El ego se va adaptando, respondiendo e identificándose con todo eso, ya que el no pertenecer puede ser de gran riesgo para mi supervivencia. De esta manera el ego se apasiona con la ignorancia fundamental. ¿Cuál es esta ignorancia desde la visión védica? El alma individual, singular, que está experimentando para como dicen los grandes maestros, liberarse de la rueda del samsara, la rueda de las reencarnaciones, la permanente rueda de la repetición.

Desde esta visión, poner luz a esa ignorancia fundamental nos permite librarnos del sufrimiento. No sé si se trata o no de librarse del sufrimiento, pero sí considero y experimenté –tanto en lo personal como en las personas que acompaño– que comenzar a acercarse a esa comprensión nos permite nutrirnos de otra manera, aceptar y tolerar las cosas que nos suceden con otros recursos. Volvernos más resilientes. Considero que en esto lo fundamental es un estudio serio de la mente, del ego. No se trata de “aniquilarlos” como se escucha por muchos lados, sino más bien, hacer una profunda y sincera reflexión sobre los alcances, limitaciones y funciones que tienen estos elementos en cada uno de nosotros.

Siguiendo esta línea, y por su profundo estudio de todo esto, el Ayurveda tiene mucho para aportar. Dinacharya es la palabra en sánscrito que está compuesta por las raíces dina(día) y acharya (seguir), y significa seguir al día, al sol, a los planetas. Es la palabra que engloba las rutinas diarias. Estas rutinas tienen como objetivo preservar la salud, es medicina preventiva, tanto para el cuerpo físico, como el mental y el espiritual. Dinacharya es un sadhana, una rutina, un camino que se propone ir barriendo día a día con la ignorancia fundamental para ponernos en contacto con nuestra luz interior, la luz del alma. Retomando el símbolo de Shiva danzando, es esa danza que día a día va barriendo y destruyendo tamas. El Ayurveda nos enseña a ser compasivos, amorosos pero firmes. Y para esto desarrolló todo un sistema de prácticas diarias para realizar, como un gran sistema de observaciones de los ciclos del Sol, la Luna, los planetas, los sucesos del planeta que constantemente nos afectan. También estudió mucho el proceso del alma y de la mente. De ahí surge el gran aporte sobre el Karma.

Karma significa literalmente acción. Nosotros, occidentales, desde los mitos en los que nos basamos, tradujimos al Karma como castigo divino. Aunque muchos entendamos que no es así, está tan arraigado en el inconsciente colectivo que sigue vibrando desde ese lugar. Decimos “te portaste mal entonces te pasa eso”. Es una lectura moralizante que nos sostiene en la red del ego dual: “esto está bien o esto está mal”. Eso después nos atrapa en la sustancia de la culpa que nos lleva al castigo y no en la culpa que nos permite aceptar que hicimos, comprenderlo y de ese modo arribar a un saber y a una modificación de nuestro Karma, de nuestra Acción. Desde los vedas, Karma simplemente son las acciones que tomamos y sus consecuencias, desde nuestra responsabilidad. Esto es: si fumo dos atados de cigarrillos por día, después de 30 años no puedo esperar no tener una enfermedad pulmonar. Pero nuestro ego qué hace. “Ay, ¿por qué a mí?”, se queja ignorando su acción. ¿Está mal fumar dos atados de cigarrillos por día? La respuesta desde este lugar sería ni mal ni bien. El tema es hacerme responsable de eso que hago.

Para explicar mejor esto, la filosofía de la India plantea tres tipos de Karmas.

  1. Sanchita Karma: es como un reservorio de todos los Karmas, todas las acciones de nuestras vidas, tanto buenos como malos. Desde esta visión, son buenas todas las acciones que me lleven a recordar la naturaleza del alma y de la luz interior, y lo malo es todo aquello que me lleva a identificar mi ego a la materia. Sobre este tipo de Karma no hay nada que podamos hacer.
  2. Prarabdha Karma: es la parte del Sanchita Karma que elijo trabajar en esta vida. De estas acciones, en esta vida elijo purificar, transformar esta parte. Este es el Karma con el que más podemos sufrir, que nos lleva a preguntarnos “¿Por qué a mí?” y que aparentemente no tiene nada que ver con nuestras acciones presentes. Es un punto donde podemos aceptarlo o no. Desde esta visión, aceptarlo, pasarlo y entregar la experiencia sin quedar identificado a ella es la respuesta. Quedar en la letanía de “esto que me pasó” sin poder hacer el duelo, sin ofrecerlo y sostenerlo presente es el tercer tipo de Karma y estamos generando más Karma “negativo” para otro momento. Sobre este tipo de Karma nada podemos hacer, más que vivirlo y soltarlo.
  3. Kriyamana Karma: este es el único con el que podemos hacer algo. Este tipo de Karma habla de las acciones de nuestra mente, las pequeñas decisiones diarias que vamos tomando, estas decisiones son las que se van acumulando en el Sanchita Karma. Es donde está nuestra libre voluntad. Es un gran golpe a nuestro ego occidental, totalmente sumergido en la idea de “libertad total” porque en este tipo de acción no somos completamente libres. Se trata más bien de reconocer dónde estamos, de dónde partimos y tomar pequeñas decisiones diarias que nos lleven a recordar y vivenciar nuestra verdadera naturaleza.

Ahora bien, para esto necesitamos conocer bien nuestra mente porque las rutinas diarias que el Ayurveda propone no son estandarizadas y para todos las mismas. El Ayurveda podríamos decir es la ciencia de lo singular. A partir de ciertas estructuras como son los tres Doshas (Vata, Pitta y Kapha), portadores de las energías primarias, podemos conocer por dónde “cae” la energía. Conocer cómo esas tres energías operan en nosotros individualmente nos permite ver por dónde perdemos energía o la estancamos, llevándonos al desequilibro. Una frase maravillosa que tiene el Ayurveda es que la importancia de sostener la salud es para que el cuerpo no moleste y hagamos lo que tenemos que hacer. Eso que tenemos que hacer es el camino hacia nuestra propia luz.

El Ayurveda junto con el Yoga y el Jyotish, Astrología Védica, se centraron en el estudio de la mente y en el modo en que esa singularidad nos toca a cada uno de nosotros. La Astrología Védica nos muestra cuáles son las rutinas que nos desequilibran a través de la Casa Astrológica 6. Vemos en esa Casa cómo es nuestra salud y de qué nos enfermamos. Estudiando nuestra Casa 6 podemos conocer qué desorganiza nuestra energía tanto para dispersarla como para estancarla, y podemos plantear estrategias para llevarla a su mejor funcionamiento. Esto es tanto con el tipo de rutinas que necesitamos hacer como con los remedios astrológicos, piedras, mantras, colores, aromas que necesitamos tener cerca.

El otro elemento importante que la Astrología Védica nos permite conocer de nosotros es la Luna. La Luna representa Manas, la mente. Está en permanente movimiento y cambio, y, según los mitos, por una maldición que recibió cae en olvido permanente de su luz. La Luna es el lugar donde podemos ver el tipo de impresiones que se van a grabar en nuestra mente, tanto consciente como inconsciente. Impresiones que después nos llevan a una eterna repetición. Estudiando cómo la Luna se encuentra en nuestra Carta Natal podemos ver cuáles son las impresiones que vamos a tender a tomar. También podemos conocer qué experiencias viene a trabajar nuestra alma. Jyotish trata de poner luz, conocimiento. A partir de ese conocimiento podemos empezar a entender las coordenadas de nuestra alma. Conocer las impresiones que nuestra mente toma, como la energía que me lleva al desequilibrio, me permite establecer rutinas certeras y posibles para que en mi camino espiritual pueda reflejar, compartir y acompañar desde la verdadera luz de mi alma.

 

Juan Manuel Moro

Licenciado en Psicología M.N. 44132